Esta festividad procede de una leyenda muy conocida en japón:
Había una vez un joven labrador. Un día, cuando estaba caminando hacia su casa se encontró una tela colgada en un árbol. ¡Era una tela maravillosa! La más bonita que el joven había visto en su vida. Así, pensando que alguien la había tirado allí cogió la tela y la metió en su cesto. Había acabado de guardarla, cuando alguien le llamó. Al girarse se sorprendió mucho al ver aparecer a una mujer muy hermosa que le dijo:
- “Me llamo Tanabata. Por favor devuélveme mi ‘hagoromo’.”
El joven le preguntó:
- “¿Hagoromo? ¿Qué es un hagoromo?”
Ella le dijo:
-”El hagoromo es una tela que uso para volar. Vivo en el cielo. No soy humana. Descendí para jugar en aquella laguna, pero sin mi hagoromo no podré regresar. Por eso le pido que me la devuelva.”
El joven avergonzado le dijo que no sabía nada de esa tela.
Así, como no tenía el hagoromo Tanabata no pudo volver al cielo y se quedó en la tierra.
Con el paso del tiempo ella y el joven labrador se enamoraron y se casaron.
Transcurrieron unos años y un día que Tanabata hacía limpieza en la casa, encontró el hagoromo. Ahora tenía que irse, su lugar estaba en el cielo junto a su padre. Se lo dijo a su marido, pero antes de marchar, le dijo que si quería volver a estar con ella, él tendría que hacer mil pares de sandalias de paja y enterrarlas en torno a un bambú. De esta forma, el bambú se alargará y podrá subir al cielo y allí Tanabata le estaría esperando.
El joven se quedó muy triste y empezó a hacer las sandalias de paja. Cuando había hecho 999 estaba tan impaciente que fue a enterrarlas al lado de un bambú. En ese preciso momento el bambú se alargó muy alto hasta el cielo.
El joven labrador trepó por el bambú hasta el cielo, pero debido a esa última sandalia de paja que no había hecho, le faltaba sólo un poco para llegar. Entonces, empezó a llamar a Tanabata, que le ayudó a subir.
Su felicidad no duró mucho porque en ese momento apareció el padre de Tanabata, el Rey Celestial, a quien no había gustado que ella se casara con un simple mortal.
El padre pidió al joven labrador que cuidara durante tres días sus tierras.
- “Entendido.”, respondió el joven.
Tanabata le dijo a su marido que su padre le estaba poniendo a prueba y que aunque tuviese sed no comiese ninguna fruta.
El joven cuidó las tierras, pero la mañana del tercer día, tuvo mucha sed y sus manos se fueron hacia la fruta. En el momento en que tocó un melocotón empezó salir mucha agua, convirtiéndose en el río “Amanogawa”
El joven y Tanabata quedaron entonces separados por Amanogawa y se convirtieron en estrellas, las estrellas Vega y Altaír. Desde entonces, la pareja con el permiso del Rey Celestial puede encontrarse sólo un día al año, el 7 de julio (el séptimo día del sétimo mes).
Existe una canción popular sobre el Tanabata que se suele cantar el día de la festividad:
- Sasa no ha sara-sara
- nokiba ni yureru.
- Ohoshi-sama kirakira,
- kingin sunago.
- Goshiki no tanzaku,
- watashi ga kaita.
- Ohoshi-sama kirakira,
- sora kara miteiru.
- Las hojas de bambú susurran
- meciéndose en el alero del tejado.
- Las estrellas brillan
- en los granos de arena dorados y plateados.
- La tiras de papel de cinco colores
- ya las he escrito.
- Las estrellas brillan
- nos miran desde el cielo.
Se celebran grandes festivales de Tanabata en muchos lugares de Japón, principalmente en centros comerciales y calles, que se decoran con grandes y coloridos banderines.
Aunque los festivales varían de región en región, la mayoría de ellos incluyen competiciones de decoraciones de Tanabata. Otros incluyen cabalgatas y concursos de Miss Tanabata. Como en muchos otros festivales japoneses, las calles se suelen llenar de tenderetes ambulantes de comida, juegos, etc.

Y esto es todo, espero que os haya gustado.
Hasta la semana que viene!!! ^3^
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